Murales y versos del pueblo

Texto y fotos: Diego Caballo

“Los poetas somos viento del pueblo; nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas (…) El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo”. (1)

Este año 2017 ha sido declarado Hernandiano en honor al poeta oriolano, español y universal Miguel Hernández Gilabert,  75 años después de su muerte el día 28 de marzo de 1942 en la cárcel de Alicante, donde cumplía 30 años de condena tras serle conmutada la pena de muerte por el régimen franquista.

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Para recordarlo, se han organizado, se están organizando y se organizarán conferencias, actos académicos y certámenes, así como recitales, homenajes por todo el país y fuera de él, conciertos y sendas poéticas que propaguen y divulguen su obra, ya tan conocida,  y tan extensa a pesar de no haber llegado a cumplir los 32 años edad.

A estos homenajes se suma el barrio de San Isidro, que ha sido siempre un barrio pobre, como Miguel. Un  barrio de Orihuela (Alicante) elevado y mirando hacia el monte,  preñado de murales y versos en honor del poeta, por cuyas cercanías  pastoreó a sus cabras y escribió algunos de sus poemas primeros.

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 A los actos, biografías, como la que acaba de publicar el profesor José Luis Ferris; exposiciones sobre su vida y obra, reediciones y estudio de sus libros y otros muchos eventos que dan fe de la importancia y trascendencia de su obra, se suman más de 150 murales con pinturas, dibujos y versos, como un museo grande y sencillo al aire libre, en este barrio donde empezó a pintarse en 1976, según nos comenta Manuel Aguilera, uno de los artistas participantes, cuando sufrieron la represión de la Guardia Civil y la Policía ante la incredulidad de los vecinos que no entendían qué delito cometían pintando y escribiendo poemas en sus fachadas.

Muy poco tiempo después, apenas un año, muchos artistas españoles de diferentes ciudades y provincias se dispusieron a seguir pintando y escribiendo en las fachadas en un acto por la libertad organizado por el PCE (Partido Comunista de España). “Lo recuerdo todo muy bien. Se respiraban aires de libertad por todos los sitios. La gente no tenía miedo, pero hubo muchos palos de la policía, tirando a la gente al suelo. Yo iba con mi marido”. (2)

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En 2012  el Ayuntamiento de Orihuela retomó la iniciativa, y desde entonces se aumentó el número de murales y se restauraron los antiguos, como nos señala Antonio Martínez "El Pirata”, personaje legendario y muy conocido que nos acompaña primero por el barrio y después hasta su casa, en cuya fachada se exhibe un retrato de su juventud, próximo al mural que estaba restaurando Manuel Aguilera, autor de la pintura dedicada a Miguel, que fue de las primeras, donde le rinde homenaje con elementos simbólicos de sus versos y en la que  podemos ver una higuera, con un único higo, “maduro, pero no caído” – nos dice- que simboliza a Miguel, una cabra y cítricos, tan presentes también en los poemas.

En este museo al aire libre,  que forma parte del patrimonio de Orihuela y que mantienen dentro de sus rutas culturales los guías oriolanos, hay recreaciones de todo tipo: abstractas, retratos del poeta de diferentes formas y colores… como hemos tenido ocasión de comprobar y pasear escuchando sus comentarios y observando la forma de vida de su gente, humilde, quizás pobre, como Miguel, que se sienten orgullosos de su barrio, de sus murales  y de los versos libres que parecen sobrevolar las cercanías de la  sierra cercana por donde Miguel pastoreó y escribió sus primeros poemas ricos de pasión y marcados por la desgracia.

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Miguel Hernández Gilabert, nacido en Orihuela (Alicante) el día 30 de octubre de 1910, supo extraer los poemas más bellos de la naturaleza, con la que tuvo contacto pleno desde su nacimiento. En ella se inspiró en muchos casos y en ella se refugió con sus cabras de las burlas de los que habían sido sus compañeros de colegio, que tuvo que abandonar por mandato del padre, poco propenso a facilitarle una enseñanza y empeñado en que ni siquiera leyera.

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No muy lejos de este barrio, junto a la sierra, está su casa, ahora museo, y en ella habitan su  higuera y otras plantas, su pozo y su corral, que los visitantes recorren despacio observando cada detalle y fotos. De ella partió para abrirse camino en Madrid, tan difícil, a donde llegó el 30 de noviembre de 1931, tras haber publicado en el periódico local El Pueblo, el 13 de enero de 1930, su primer poema,  “Pastoril”. Tres años más tarde, el 20 de enero de 1933, publicó su primer libro Perito en lunas, de alta influencia de los clásicos, en el que expresaba  un amor divino que se convirtió con los años en humano, terrenal y desgarrado tras librarse del lastre religioso.

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Aquí estoy para vivir/mientras el alma me suene/aquí estoy para morir/cuando la hora me llegue.

Culpable de ser poeta y soldado entre 1936 y 1939, cuando escribió una poesía vibrante, una poesía de Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939) y su libro póstumo Cancionero y romancero de ausencias, con versos y poemas que podrían ser y son de ahora y de siempre.

Una gota de pura valentía/vale más que un océano cobarde.

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(1) Fragmento de la dedicatoria de Miguel Hernández a Vicente Aleixandre al comienzo de su libro Viento del pueblo.

(2) Declaraciones de Lucía Izquierdo, nuera del poeta, al diario El País (28/3/17)

Pies de fotos:

  1. Mural en la entrada al Bºde San Isidro
  2. Mural y poema
  3. Homenaje a las mujeres en la vida de Miguel Hernández
  4. Mural
  5. El pintor Manuel Aguilera restaura su mural
  6. Manuel Aguilera nos da explicaciones sobre su mural
  7. Un mural, pintado en las cercanías de la casa del poeta, parece fundirse en la higuera del huerto de Miguel Hernández.

©Copyright Diego Caballo

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