Por Daniel Caballo Méndez
“Es cierto que la técnica facilita, más y mejor que
nunca los montajes engañosos, pero también es cierto
que hoy son mucho más densos los controles tácitos
que imponen las prácticas democráticas sociales y
profesionales”.
J. M. Casasús
Estamos viviendo una muy peligrosa crisis de la verdad dentro de la gran crisis. La democratización de las cámaras (de fotografía y video), el afán de registrarlo todo siquiera como testigos de los hechos, que nunca puede aspirar a convertirlos en profesionales de la información; el deseo de los más altos responsables de los medios de comunicación en general de “amoldar” la verdad, su verdad, a la medida, y la testuz bajada ante la miseria de los “profesionales” que se automanipulan por alcanzar el sueño de poder decir algo diferente de lo que en realidad ocurrió, nos puede conducir al difícil camino donde converjamos todos como sospechosos si no somos capaces de llevar grabada a fuego la ética sagrada de la profesión y de descubrir y delatar a los que empiezan engañándose a si mismos y terminan haciéndonos caer en las trampas de sus mentiras durante el tiempo justo que tardemos en descubrirlos, que siempre llega.