DE MIL Y UNA NOCHES
Texto y fotos: Diego Caballo
Marruecos, Reino de Marruecos, al norte de África, con costas en el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, es un país interminable que siempre ofrece sorpresas nuevas.
Separado del continente europeo por el estrecho de Gibraltar, tan cerca de España, tan en España, es el país del mundo árabe donde más se estudia nuestro idioma. Es el país que siempre invita a visitarlo y que siempre espera nuestra visita.
En este caso la escapada estaba enfocada a dos ciudades imperiales: Fez, con su impresionante Medina, que es el espacio peatonal más grande del mundo, y Meknes, la llamada Versalles marroquí, que exhibe sus monumentos históricos y naturales, sus más de 40 kilómetros de murallas defensivas y numerosas mezquitas, por lo que también se le llama la Ciudad de los cien alminares.
Fez
La ciudad más antigua de Marruecos, es imperial, centro espiritual e intelectual del reino; misteriosa, artesana, culta, religiosa y capital de la gastronomía.
Con una población cercana a un millón doscientos mil habitantes, es la tercera ciudad del país alauita, después de Casablanca y Rabat y, por supuesto, menos conocida.
Fue fundada por Idrís en el 789, que más tarde, el 810, la convirtió en la capital del Estado y donde mandó construir la mezquita de Qarawiyyin, una de las más antiguas y grandes de África, donde fundó también la universidad de Qarawiyyin, asociada a la mezquita y dedicada principalmente a los estudios religiosos.
Con el paso de los años volvería a ser la capital, primero con los Mirínidas, en el siglo XIII, y por último en el siglo XIX, con el reinado de Moulay Abdallah. Con la ocupación colonial francesa perdió su condición de capital y pasó a formar parte del Imperio colonial francés, que estableció la nueva capital en Rabat, que mantendría su estatus tras alcanzar la independencia en 1956.
Refugio de judíos y musulmanes tras la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492 y su Edicto de Granada, por el que fueron expulsados los judíos de los reinos hispánicos, hace que más del 50 por ciento de los habitantes de Fez sean de procedencia hispánica, por lo que somos “hermanos”, así como lo son nuestros reyes de ahora y lo fueron antes los padres de los monarcas actuales, nos dice el guía.
Recorrer su medina, la llamada Fez el Bali, con una extensión de 350 hectáreas, la zona peatonal más grande del mundo, Patrimonio de la Humanidad, es una experiencia impresionante e inolvidable.
Miles de tiendas y miles de productos. Callejones interminables, algunos sin salida, estrechos y culminados con toldos que protegen del calor y de la lluvia.
Hay una gran actividad y muchos reclamos para el visitante. Primero, para intentar venderle algo, después, para finalizar con el regateo que parece no acabar nunca:
- Tú cuánto querer pagar. No, es muy poco, tú no querer comprar…
Y así hasta que te decides a cerrar el trato o a despedirte con una sonrisa de incertidumbre tal vez poco entendida.
Laberinto de callejones esconden el encanto que se adivina en Las mil y una noches, esa recopilación de cuentos tradicionales donde la imaginación puede volar a bordo de una alfombra. Hay barrios y gremios de afiladores, zapateros, alfareros, tintoreros, caldereros, orfebres, o el Barrio de los Andaluces, donde se asentaron los andaluces procedentes de la España musulmana del siglo XI. Hay mendigos, estudiantes, turistas, aguadores y asnos cargados abriéndose paso entre la muchedumbre. Y hay en Fez siempre el olor a sus curtidos de pieles que el visitante intenta mitigar con un ramillete de jazmines o yerbabuena que le entregan a la entrada de la visita a los centros de curtido de pieles.
Meknes
La llamada Versalles marroquí, a un paso de Volubilis, la antigua ciudad romana donde se encuentran los restos arqueológicos mejor conservados y más visitados de Marruecos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, es una ciudad imperial con una gran cantidad de monumentos históricos y sitios naturales, con más de 40 kilómetros de murallas defensivas y numerosas mezquitas, por lo que es llamada también la ciudad de los cien alminares.
Situada en el norte, en una de las mejores zonas agrícolas y productivas de Marruecos, Meknes es un punto relevante para el comercio y la agricultura, con una importante industria agroalimentaria y textil, además de la producción de cemento y otros productos de la construcción.
Sus orígenes se remontan al siglo VIII, cuando se construyó en la zona una fortaleza, alrededor de la cual se fue acrecentando los asentamientos.
Tuvo su época de apogeo como capital imperial, entre los siglos XVII y XVIII, durante el gobierno del sultán Mulay Ismail, aunque tras su muerte la capital sería desplazada a Fez.
Es una ciudad, una de las cuatro imperiales, de las menos visitadas en Marruecos pero no por ello menos exótica y única, con su enorme plaza central, zoco y medina, donde los sentidos pierden su rumbo. De nuevo productos que se vocean, regateos, ofrecimiento para probar…
No pudimos disfrutar plenamente de nuestro largo paseo porque la lluvia, a veces intensa, nos lo impidió, pero aun así nos dejamos llevar por sus calles estrechas, su ajetreo y descubrimiento de rincones donde el tiempo parece haberse detenido cuando los bereberes la habitaban, o nos parece escuchar de fondo a Juan Peña El Lebrijano cantando a la libertad con versos de José Manuel Caballero Bonald y la Orquesta Andalusí de Tánger, de quien dijo Gabriel García Márquez que cuando El Lebrijano canta se moja el agua:
Unos le rezan a Dios
Otros le rezan a Alá
Y hay quien se queda callao que es su forma de rezar
Disfrutamos de un té en uno de los numerosos cafés o restaurantes de la Plaza el-Hedim, rodeada en parte por la muralla y por otro lado por el mercado de alimentos, que tiene su vida propia, con numerosas actividades, y su comercio cercano de verduras, especias, carne, con impresionantes cabezas recién cortadas en el suelo.
Con sus jardines, patios, agua, que nos hacen transportarnos a ciudades andaluzas, Marruecos es razonablemente seguro, hospitalario, cercano y acogedor, por lo que el turismo español se ha visto incrementado en un 30 por ciento en los últimos años, según nos indica Mohamed Sofi, director de la Oficina de Turismo de Marruecos en Madrid, que acompañó al grupo de periodistas en este viaje, insistiendo en que el turismo es comunicación, riqueza y relación entre los pueblos. Mientras nos iba recordando varias palabras españolas heredadas de su lengua, Sofi nos decía que Marruecos no tiene recursos naturales, como gas o petróleo, pero sí muy buenos recursos humanos.
Pies de fotos:
1) Guía ante puerta del palacio real de Fez
2) Vista general de Fez
3) Operario en fábrica de cerámica de Fez
4) Comida típica marroquí
5) Tienda de venta de telas
6) Recipientes para teñir las pieles
7) Palacio real de Fez
8) Detalle en una de las puertas del palacio real de Fez
9) Cabezas de vacas en el suelo del mercado de Meknes
10) Puerta de entrada a Meknes
11) Medina
12) Orfebre trabajando en una pieza. En la pared aparecen fotos del rey visitando el taller.
13) Universidad Qarawiyyin, en Fez, una de las más antiguas del mundo