Texto y fotos: Diego Caballo.

Orígenes

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Esta aldea de el Valle de Santa Ana es arrabal de la ciudad de Xerez de los Caballeros. Costa de trescientos bezinos. Tiene sólo huna iglesia parroquial, se intitula Señora Santana y su patrono el Señor San Bartolomé. Hay una hermita de Nuestra Señora de Concezión. Esta aldea se compone de veinte y tres barrios, tan distantes hunos de otros que ni es lugar, ni es billa y es más grande que Sebilla, pues su circunferencia es algo más de media legua, por lo que se precisa muchas bezes yr a caballo a administrarles los santos

 

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sacramentos; advirtiendo que entre barrio i barrio ai olibares, biñas, güertas i otros árboles frutales . Está su situación entre dos sierras, por la derecha huna sierra llamada San Joseph y por la disquierda otra llamada la Peña de Señora Santana. Tiene trece fuentes minerales y por el medio de el pueblo  pasa hun arroio. Tiene cinco puentes de piedra precisas para pasar de hunos barrios a otros y a las salidas de el último barrio se juntan estas aguas i entran en hun arroio llamado el Castaño, en el que ai catorce molinos de pan, todos muelen con las aguas de las espresadas fuentes y ban a parar a huna ribera llamada Ardila, huna legua distante de Xerez. Es abundante de frutas como son nuezes, castañas, guindas, zerezas, albérchigas, peras, manzanas, higos, brevas, ziruelas de mucha especies i otros diferentes jéneros i todos estos frutales están dentro de la circunferencia de dichos barrios. Las manufacturas que hai en este arrabal son: emplearse los hombres en la agricultura hunos, otros en fábricar cal prieta i blanca, en fabrica ladrillo y teja y otros carbón, que pa todo tiene minerales el país; las mujeres, las más, en hilar, tejer lienzos, estameñas, colchas o cubiertas para camas de lino y lana. Las enfermedades que rregularmente se padecen aquí son tercianas, quartanas, que se curan con purgas, sangrías y quina y algunos dolores pleuréticos. Las aguas son mui saludables y mui sano el territorio, pues en el año de noventa i dos sólo murieron cinco personas i siete pábulos i nacieron cincuenta y cuatro”.*

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Este interesante documento, fechado en 1793,  nos da una idea bastante precisa de lo que era el pueblo a finales del siglo XVIII. Existen también aportaciones  sobre su  fundación, que se consolidan en dos teorías: la primera sostiene que se formó en torno a una ermita dedicada a Santa Ana, y la segunda señala que ciertas familias jerezanas buscaron refugio en este lugar huyendo de una epidemia que asolaba a Jerez de los Caballeros, población a la que desde 1834 el pueblo quedó integrado en su Partido Judicial, del que está situado a poco más de 5 kilómetros, y a 70 de Badajoz.

Evolución

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Luego vinieron los siglos XIX y la mitad del XX para cambiar muy poco en su estructura general, pues Santana (en el argot coloquial de siempre), hasta la década de los años sesenta del siglo pasado siguió el ritmo lento que dictaba la pobreza y los trabajos, fundamentalmente del campo, en los duros inviernos o en los calurosos veranos. En esa década Santana abrió puertas nacionales e internacionales para pedir auxilio y trabajo, sobre todo en Alemania, Cataluña, País Vasco y otros puntos de España, debido a la progresiva

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industrialización del campo, con la compra de maquinaria agrícola, que fue dejando en secano la hoz, la vertedera y el hacha. Todo ello significó una mejora sustancial en sus vidas. Las chimeneas de la industria textil catalana o los aceros del Norte, entre otros, elevaban al cielo el humo del cada vez menos tímido desarrollo, a lo que había que sumarle la entrada paulatina de turistas. Todo ello en su conjunto acarreó una importante entrada de divisas en las arcas españolas.

Presente

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En la actualidad Valle de Santa Ana tiene un censo aproximado de 1.150 habitantes, según su alcalde, Manuel Adame Chávez (IU), quien nos resalta que los principales empleadores en estos momentos son los grupos Cristian Lay e Industrias Gallardo (fusionados en un mismo grupo) y el matadero Montesano, dedicado al ibérico extremeño. Paulatinamente – nos dice el alcalde - ha ido desapareciendo la denominada “emigración cigüeña”, cuando muchos vecinos se desplazaban a diferentes puntos para la vendimia, recogida de aceituna, la fresa…Pero se mantiene desde siempre algo muy importante: la saca de corcho de los numerosos alcornocales extremeños, muy apreciado en el mercado nacional e internacional. Aquí no hay industrialización posible, pues cada árbol tiene una particularidad diferente que requiere manos expertas que irán dando el corte preciso para extraer el producto sin apenas herir al árbol.

Pasear por sus calles y escuchar su historia

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Santana nos ofrece una riqueza paisajística envidiable:  pintorescas calles de casas blancas con remates en ocre, y una invitación constante a recorrerlo sin prisas, escuchando su silencio, evocador de historias que nos fuimos dejando los que, por una razón o por otra, tuvimos que marchar. Seguir caminando para admirar su iglesia parroquial (con proyecto de restauración en un futuro cercano), su púlpito de granito,procedente de una ermita (anterior a la iglesia), regida por los frailes de Santa Margarita, que habita peculiarmente empotrado en la fachada de una casa frente a la iglesia;  y el otro púlpito, el de las duras

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homilías del sacerdote de turno, que tantas veces servía para reprimir con dureza y ahondar en la ignorancia. Sus fuentes, que se mantienen  desde los mismos principios, como la de Juan Vázquez, la del Avellano (aquella, que sin serlo, cantaba Antonio Molina en los inerminables programas de radio de discos dedicados),  la fuente de los Avariegos o la del pozo de las "Jondonás", con su blanca cúpula semiesférica; la fuente de la Constitución o la del Pino.

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Y en ese paseo nos vamos encontrando con su gente, de quienes recibimos el saludo cordial, a veces con chispa humorística, tan singular y santanera. Son nobles, acogedores y solidarios, como han demostrado en tantas ocasiones. Hombres y mujeres luchadores que en los tiempos duros para ganarse la vida se la iban dejando en las jornadas de sol a sol. Trabajos que tantas veces se veían acompañados por un cante jondo, de tierra y cielo, como herida de nostalgia, con acompañamiento del sonido de las  hachas en el corte y podado de las encinas; en la siega o en el corcho. Un cante por fandangos de dolor, con faltas de ortografía que siempre miraba al cielo para intentar saber el tiempo que haría al día siguiente. Era época de una armonía de sillas en las puertas para charlar y disfrutar de la brisa de los largos veranos o escuchar la radio, que se fue incorporando para dar “el parte”, entretener y traer noticias, allende las fronteras.

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Recuerdos imborrables

Todo eso se iba clavando en los corazones para siempre, como los olores. Santana olía a aceite, a matanzas caseras, a tierra parda y húmeda, a fragua y guardias civiles a pie y montados a caballo, tan gigantes desde la visión de un niño; a siembra y siega, a molinos que enfilaban arroyo abajo para la siembra de huertas y molido  de trigo para hacer el pan que se guardaba en costales blancos; a día de la Patrona (26 de julio), a Romería de El Palancar, con su jota del mismo nombre, que nació  en Santana y se conoce internacionalmente. Olor a limonita, que era el tipo de mineral que se extraía de la mina cercana, que empleó a muchos y sepultó para siempre a algunos. Olor a cine, como fábrica de sueños. Y luego la televisión, esa ventana abierta al mundo, que empezó a recoger a la gente en sus casas y en los bares. Tiempos de  Manuel Benítez, El Cordobés, de El Lute

Dotación e infraestructura

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Santana está muy bien dotada en su conjunto. Tiene centro médico, pisos tutelados para las personas que lo necesitan, con asistencia de una plantilla de 5 profesionales que les atienden las 24 horas de todos los días del año. Posee también piscina de verano, guardería, polideportivo y  Casa de la Cultura, además de gimnasio y Centro Polivalente, destinado a la enseñanza y reciclaje de informática, entre otras cosas; pero sus principales monumentos son naturales, invencibles por el tiempo: panorámicas evocadoras;  paisajes de muy variada flora, la sierra de San José y hasta una gruta de riqueza y alcance aún no descubiertas del todo.

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Y su gastronomía, sencilla y grande, como las migas, la caldereta,  el imprescindible gazpacho y el almorraque; pero, como dice  su alcalde, si tuviera que pedir pediría menos extensiones de caza  y mayor siembra, por ejemplo, de cereales (ahora tan necesarios). Y si hay que reivindicar, los santaneros seguimos revindicando la extensión comarcal que nos pertenece.

 

NOTA: El texto de inicio está tomado de

 *Don Pedro Ximénez Burgillos (capellán del Valle Santa Ana), 25 de febrero de 1793

"La provincia de Extremadura al final del siglo XVIII"

Descripciones recogidas por Tomás López

Estudio y recopilación de Gonzalo Barrientos Alfageme

Asamblea de Extremadura

Mérida, 1991

PIES DE FOTOS POR ORDEN DE PUBLICACIÓN

  • Entrada al pueblo
  • Calle Constitución, con iglesia al fondo
  • Vista parcial de la plaza de España y torre de la iglesia
  • Ermita, con su campana, donada por los condes de La Margarita (de lo  que hablaremos más ampliamente en una segunda entrega)
  • Fuente de los Avariegos
  • Fuente de la Constitución
  • Púlpito exterior
  • Pozo de Las "Jondonás"
  • Carretera de circunvalación con barriada del Pomar al fondo
  • Cementerio
  • Plaza de España
  • Calle Virgen de Guadalupe

©Copyright Diego Caballo

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