Después de más de veinte años de la muerte de Paco Rabal
Texto y fotos: Diego Caballo
Fotos de archivo: Reporter Foto (Águilas)
Lo tengo bien pensado, amigos míos.
Un día me sentaré, la cara al viento,
aquí, junto al mar que vi de niño,
y aquí, bajo este sol, bajo este cielo,
y oyendo vuestros pasos por mi lado,
me dejaré dormir un largo sueño. (x)
Calor, soledad… Y silencio. Tierra árida de arbolado bajo que luce en su escalonada sierra las cicatrices de las minas que existieron. Es la Cuesta de Gos, una pedanía de Águilas (Región de Murcia), donde nació el día 8 de marzo de 1926 Francisco Rabal Valera, actor, guionista y director de cine, internacionalmente conocido como Paco Rabal, quien dejó escrito sobre su origen: Nací en la Cuesta de Gos, murciano coto minero, cerca del pueblo de Águilas, donde tiene Ayuntamiento.
Para llegar al lugar, en cuyos alrededores, al lado de una ermita, se encuentra una estatua erigida en su memoria, hay que conducir por carreteras secundarias y por caminos de tierra que nos llevan a la zona minera de origen romano, cuyas antiguas escombreras sirvieron de base a mitad del siglo XIX, con la fiebre minera de la plata, para la apertura de nuevas galerías en busca de minerales con contenido de plata.
En la actualidad es un paraje casi yermo, con casas de fin de semana y de algún residente que nos recibe casi con extrañeza, aunque ya están acostumbrados a que les pregunten por el actor, sus orígenes y la estatua. Nada. Vagamente. Pero sí recuerdan que en este caserío, donde su padre era minero, nació el actor en la cuna de la nada y en medio de la miseria de un complejo minero, ubicado al sur de la Sierra de Almenara.
Si nos alejamos del coche y caminamos despacio por la zona nos parecerá que en cualquier momento puede aparecer Azarías (personaje de Rabal en la película Los Santos Inocentes, Mario Camus, 1984), corriendo el cárabo, inclinando la cabeza ante el señorito de turno o llamando a su Milana Bonita. Es la misma tierra. Fue el mismo dolor. Es el campo mismo, que exhibe en lugar de encinares y dehesas extremeñas otro tipo de arbolado.
El cierre de las minas obligó a su padre a emigrar, primero a Barcelona y después a Madrid, donde fue empleado como experto dinametero en la construcción del ferrocarril Madrid-Burgos, y donde Paco Rabal trabajó en todo lo que encontró antes de sus comienzos en el mundo del espectáculo.
En sus primeros papeles en el cine ni siquiera aparecía en los créditos, pero poco a poco, lentamente, se fue abriendo camino en el difícil mundo de la farándula en un tiempo de dictadura en el que nunca ocultó su tendencia de izquierda, aunque con los pies en la tierra, ya que sabía muy bien que de lo contrario le sería casi imposible trabajar.
Comenzó haciendo dramas románticos, con Rafael Gil; comedias de José Luis Sáenz de Heredia o José María Forqué. Colaboró con Luis Buñuel en películas como Nazarín (1959) y Viridiana (1961). Después vendrían otras, como A las cinco de la tarde (Antonio Bardem, 1960), La religiosa (Jacques Rivette, 1966) Carga maldita (William Friedkin, 1977), La Colmena (Mario Camus, 1982), y sus éxitos definitivos, con la ya mencionada Los santos inocentes (1984), Premio en el Festival de Cannes; El disputado voto del Sr. Cayo (Antonio Giménez-Rico, 1986) y Goya en Burdeos (Carlos Saura, 1999), que le valió el Premio Goya como mejor actor protagonista, que el actor dedicó especialmente a Luis Buñuel en sus agradecimientos. Antes ya había obtenido el Premio Nacional de Cinematografía, primer actor que lo recibió (1984); Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1992), el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Murcia (1989) y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, entre otros muchos galardones. La última película que rodó poco antes de morir fue A la revolución en un Dos Caballos (Mauricio Sciarra, Italia, 2001).
No podemos olvidar su importancia en el teatro o en series de televisión, como su impecable Juncal, que dirigió Jaime de Armiñán para Televisión Española a finales de los años 80 del siglo pasado, haciendo de torero retirado, bien “plantao”, vividor, bebedor y mujeriego, con su característico rostro, forma de hablar y timbre de voz y la cicatriz en la nariz, que “lucía” como consecuencia de un accidente de tráfico que sufrió en 1963. La exitosa serie también contó en su reparto con Rafael Álvarez “El Brujo”, protagonizando al limpiabotas Búfalo, con el que tanto filosofaba el maestro.
Casado en 1950 con Asunción Balaguer (1925-2019), también actriz, quién sacrificó su carrera por él. Recuerda Miguel Ángel Blaya, presidente de la Asociación Milana Bonita y gran experto en Paco Rabal, que en una ocasión le dijeron: “Paco, tú te mereces todo, menos a tu mujer…” Ella retomó su trabajo tras la muerte del actor, participando, fundamentalmente en series de televisión y teatro, casi hasta el final de su vida y obteniendo galardones como el Max de Teatro. Tuvieron dos hijos, Teresa y Benito, que a su vez les dieron cuatro nietos, Liberto, Candela, María y Luis.
Rabal murió de enfisema pulmonar a los 75 años en un avión que le traía de vuelta a España, junto a su mujer, en 2001, tras recoger un premio en Montreal (Canadá). El avión hizo un aterrizaje de emergencia en Burdeos, pero había fallecido antes de aterrizar.
Sus cenizas fueron llevadas a la Cuesta de Gos, por expreso deseo suyo, donde fueron enterradas bajo un almendro junto a la blanca ermita, de una sola nave y adornada con una pequeña campana que quizás anunció su muerte doblando en silencio mientras se celebraba una ceremonia-funeral civil, de acuerdo con sus deseos y sus convicciones religiosas. Más tarde, por decisión de su esposa, las cenizas fueron trasladadas al cementerio de Águilas, en cuyo nicho yacen también las cenizas de Asunción.
En su escultura, el actor permanece sentado, mirando hacia las laderas que albergaron su casa familiar y las minas en las que trabajó su padre. Fue levantada en 2002 (un año después de su muerte), con el patrocinio del marqués de Águilas, Alfonso Escámez, y modelada por el escultor de fama internacional Santiago de Santiago, quien hizo, entre otras innumerables obras, la máscara mortuoria del general Francisco Franco (1892-1975)
La extensa obra de Paco Rabal, que solo en cine se cifra en 226 películas, de los mejores directores del mundo, puede ser estudiada en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, en la que existe un apartado dedicado a él y donde se puede encontrar numerosa documentación epistolar, fotográfica y audiovisual, material que fue donado por su esposa.
El Galardón Rabaliano, acuñado por la Asociación Milana Bonita, “Para distinguir y reconocer a quienes les avala una relación artística y humana con Paco Rabal”, según su presidente, Miguel Ángel Blaya, le ha sido concedido, entre otros, a personalidades como Estrella Morente, José Sacristán, Terele Pávez, Juan Luis Galiardo y Juan Diego.
El Premio Paco Rabal de Periodismo Cultural, que convoca la Fundación AISGE, presidida por Pilar Bardem, primero, y ahora por Emilio Gutiérrez Caba, gestiona los derechos de propiedad intelectual de los actores, directores de escena, dobladores y bailarines. Van por su XVI edición, está dotado con 5.000 euros y trofeo conmemorativo y distingue los mejores artículos, reportajes o entrevistas sobre cine, teatro, danza o series televisivas.
Pero vivir no es solo estar vivo, porque no se muere mientras permanezcan los recuerdos. Recuerdos y legado, como el dejado por Paco Rabal y Asunción Balaguer, juntos desde 1950. Juntos la Casa de la Cultura
Francisco Rabal y la plaza Asunción Balaguer, en el centro de Águilas, población en la que siempre celebraron su aniversario de boda y donde posaban para la foto que les hacía su amigo Juan Pernías, como la que ahora, la última, luce en el escaparate del estudio fotográfico Reporter Foto.
Quedan los libros dedicados a él, como La cinematografía de Paco Rabal, de John D. Sanderson: Aquí un amigo, de Juan Ignacio García Garzón y Genio y figura, de Miguel Ángel Blaya Mengual. Queda el Certamen Nacional de Teatro Aficionado Paco Rabal. Fundó Mis queridos poetas, y dio numerosos recitales en diferentes poblaciones junto a Asunción. Quedan incontables servilletas de bar que escribía sobre la marcha y regalaba a cuantos se lo pedían. Y queda el bar-restaurante Calabardina (pedanía de Águilas), que era como su oficina, lugar de tertulia y donde jugaba a las cartas con sus amigos. Justo enfrente queda la que fue su casa familiar Milana Bonita, ahora propiedad de un famoso médico de Lorca.
(x) El epitafio que el actor quiso dejar está tomado de su amigo Rafael Alberti.
