HISTORIA, BELLEZA Y GASTRONOMÍA
Texto: Diego Caballo
Fotos: Diego Caballo y Mari Carmen Méndez
Casi medio centenar de periodistas de FEPET, de diferentes puntos de España, recorrieron Aragón durante la celebración de su XXXIX Congreso Nacional, celebrado del 19 al 22 de octubre del 2017, inaugurado en Zaragoza por el consejero de Vertebración del Territorio del Gobierno de Aragón, José Luis Soro, quien acompañó a estos profesionales a lo largo de sus visitas a los diferentes punto de la geografía aragonesa, y por el presidente de la FEPET, Mariano Palacín.
Como señaló Soro, el turismo de interior es complicado para darlo a conocer fuera y dentro de España, incluido a los propios aragoneses, y que encuentros como este ayudan a difundir el patrimonio cultural, naturaleza, arte y gastronomía de esta Comunidad Autónoma.
Albarracín
Recorrer Albarracín, al Suroeste de la provincia de Teruel, con apenas mil habitantes, Monumento Nacional desde junio de 1961 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1996, bajo la luz otoñal de un día soleado, es sentir el placer de conocer sus abundantes monumentos, como la iglesia de Santa María, la Catedral o el Palacio Episcopal, pero sobre todo caminar por sus calles y rincones mientras al fondo una ligera brisa agita las hojas de color oro que, poco a poco, va despoblando a los árboles de sus alrededores en el otoño.
Si tuviéramos que resaltar una sola característica de esta ciudad, sin duda destacaríamos su tonalidad, tan uniforme en la construcción, salvo la casa de los Navarro de Arzuriaga con su tonalidad azulete, pero que cambia según la luz gracias a las partículas de hierro que contienen los materiales con los que se construyen sus casas, las cuales lucen también una magnífica cerrajería y madera de pino tratado con nogalina y aceite de linaza para su conservación.
Sus calles, adaptadas a la difícil topografía del terreno, con casas de construcción vertical, con la anchura justa para que se cruzaran dos caballerías con serón, nos conducen, entre otros sitios, a su pequeña y evocadora Plaza Mayor, que dibuja una U, donde se encuentra el Ayuntamiento y donde miles de turistas paran en sus bares mientras admiran su belleza, otrora testigo de la milenaria trashumancia que atravesaban la zona o donde se oyen las conversaciones y las risas de los numerosos estudiantes que pasan cada año por el seminario de Fotografía y Periodismo, que dirige el prestigioso y laureado periodista Gervasio Sánchez y que va ya por su XVII edición.
Albarracín es la entrada y cabeza de la serranía de su mismo nombre, incluida en la Reserva Nacional de Caza de los Montes Universales, zona montañosa casi inaccesible donde nacen los ríos Tajo, Júcar y su afluente el Gabriel.
TERUEL
Además de Ciudad del Amor, es la capital de los dinosaurios, que podemos visitar en un gran parque y siete centros más, donde se combina ciencia y diversión, con tramos de muralla, portales y torreones que conforman el casco histórico de esta ciudad, obra clave del neomudéjar, con monumentos Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 1986, que fusiona con elementos musulmanes y cristianos, fiel reflejo de la convivencia de las diferentes culturas.
Teruel merece un recorrido reposado, que muy bien podría empezar en la Catedral de Santa María (s. XIII al XVI), de la que destacan su torre, el cimborrio y el artesanado de madera de la techumbre interior, considerado la Capilla Sixtina del arte mudéjar del S. XIII.
La plaza del Torico
Recibe su nombre de una fuente coronada por la pequeña estatua de un toro que culmina la altura de una columna. Es el centro geográfico del casco antiguo de la ciudad, la más transitada por los turolenses.
Los amantes
Sin lugar a dudas, si Teruel existe es gracias, sobre todo, a los Amantes, cuya leyenda ha trascendido a lo largo de los siglos y sigue siendo el símbolo del amor universal. El cuento, muy resumido dice así:
En el Teruel del s XIII había dos jóvenes, Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura, que se conocieron en un mercado y se enamoraron perdidamente. Ella era la heredera única de una noble y rica familia. Él también descendía de familia rica pero con más hermanos, por lo que a la muerte de sus padres la riqueza quedaría muy fragmentada, así que los padres de Isabel repudiaban a Juan Diego.
Ambos jóvenes se juraron amor eterno, y él decidió irse de la ciudad para ganar fama y dinero, tiempo que Isabel prometió esperarle. Transcurridos cinco años, y viendo que Juan Diego no regresaba, Isabel fue obligada a casarse con otro pensando que había muerto guerreando. Cuando el joven regresó y supo que Isabel ya se había casado, fue a buscarla y tras encontrarla le pidió una última cosa: un beso, que Isabel no podía darle por pertenecer ya a otro hombre. En ese momento Juan Diego cayó al suelo muerto.
En el transcurso de los funerales una enigmática mujer vestida de negro y con la cara tapada se acercó al féretro para darle un beso, el último beso, instante en el que cayó muerta. Al descubrirle la cara comprobaron que se trataba de Isabel, así que decidieron enterrarlos juntos para siempre.
Sus cuerpos yacen dentro de los féretros, ubicados en el monumento funerario, obra de Juan de Ávalos, en la iglesia de San Pedro, que lo convierte en uno de los sitios más conocidos del mundo y donde el amor permanece para siempre simbolizado por los jóvenes que extienden sus manos, una hacia la otra, pero que no llegan a tocarse para que la imaginación de cada visitante le ponga su significado.
JACA
Jaca, capital del Pirineo Aragonés y primera capital de Reino de Aragón, es una ciudad con historia densa, legendaria y poética, de paisajes plenos de luz y colorido, que nos ofrece todo tipo de actividades relacionadas con la naturaleza y los deportes de hielo y nieve.
Para poder conocerla nada mejor que recorrer sus calles, respirar su aire y acariciar sus piedras milenarias, que nos hablan de su importante pasado y disfrutar con su oferta variada cultural y gastronómica.
Ayuntamiento
Edificio renacentista de 1544, es un hermoso ejemplar del plateresco aragonés, ubicado en la calle Mayor, destaca por su magnífica portada, con presencias del orden toscano, zócalos fechados, arco semicircular y un entablamiento flanqueado por jarrones en cuyo centro se encuentra el escudo de la ciudad.
Una de sus salas interiores recuerda con su nombre el Consejo de Ciento, formado por cien hombres buenos que ayudaban a gobernar la ciudad desde 1238.
Aquí se guardan valiosas joyas históricas, ya que cuenta con uno de los mejores archivos municipales de Aragón, con documentos desde 1042, entre otros, el famoso códice El Libro de la Cadena, del s XIII.
Torre del Reloj
Construido en torno al año 1445 tras el incendio que asoló la ciudad, como solución provisional a la destrucción de la Catedral y de sus dependencias carcelarias eclesiásticas.
Fue residencia del Merino, representante del rey encargado de recaudar los impuestos. En 1599 lo adquirió el concejo para colocar el reloj de la ciudad y convertirla en cárcel, uso que mantuvo hasta 1955. En los años 80 del siglo pasado fue rehabilitada y se convirtió en la primera sede de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, organismo dependiente del Consejo de Europa.
Catedral
Declarada Monumento Nacional en 1931 y Bien de Interés Cultural en 1985, está considerada como uno de los monumentos más importantes de todo el románico español. Su construcción comenzó a finales del s.XI, bajo el reinado de Sancho Ramírez.
San Juan de la Peña
En pleno Pirineo aragonés se encuentra el Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, y entre sus elementos más sobresalientes destaca el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya de la época medieval. Las edificaciones conservadas son excelentes testimonios de las
sucesivas formas artísticas en las diversas épocas, destacando especialmente los siglos del románico (XI al XIII). Este conjunto histórico-artístico se completa con el Monasterio Nuevo, del s. XVII, y con las iglesias de San Caprasio y de Santa María en la cercana localidad de Santa Cruz de la Serós (ambas del período románico).
Real Monasterio
Cubierto por la enorme roca que le da nombre, el conjunto, que abarca una amplia cronología que se inicia en el s.X, aparece perfectamente mimetizado con su excepcional entorno natural. En su interior destacan la iglesia prerrománica, las pinturas de San Cosme y San Damián, del s.XII, el denominado Panteón de Nobles, la iglesia superior, consagrada en 1094, y la capilla gótica de San Victorián, pero sobre todo sobresale el magnífico claustro románico y el Panteón Real, de estilo neoclásico, erigido en el último tercio del s.XVIII, además de exhibirse una copia del cáliz usado por Jesucristo en la Última Cena, cuyo original está en Valencia. Otro “original” se encuentra en León, otro en… y así muchos más.
Estación de Canfranc (Huesca)
Encuentra su origen en la voluntad de unir Francia y España atravesando los Pirineos por Somport. Ambos países firmaron diversos convenios, el primero en 1904, y protocolos posteriores que marcaron las líneas de actuación. Tras cinco años de obras, el 18 de julio de 1928 el nuevo edificio fue oficialmente inaugurado en presencia del rey de España Alfonso XIII y del presidente de la República Francesa Gastón Doumergue.
En septiembre de 1931 sufrió grandes daños debido a un incendio. Durante la Guerra Civil Española fue tapiado el túnel que la unía con Francia para evitar cualquier tipo de penetración desde el país vecino. La II Guerra Mundial supuso el cierre al tráfico de viajeros y la llegada del ejército nazi a la parte francesa de la estación. El 27 de marzo de 1970 se cerró al tráfico internacional tras el derrumbe del puente de L’Estanguet, fruto del descarrilamiento de un tren de mercancías francés.
Después ha habido intentos de rehabilitación hasta que en 2007 se firmó un acuerdo entre el Ministerio de Fomento y la Diputación General de Aragón y se destinaron dos millones de euros a la rehabilitación del recinto.
Siguieron las conversaciones, firma de acuerdos, etcétera, hasta conseguir que en el 2014 quedara como estación fantasma, escenario de películas de nazis y recinto de visita muy demandable, que es su uso actual mientras siguen las conversaciones.
ZARAGOZA
Si tuviéramos que recomendar por dónde empezar a conocer esta ciudad milenaria, dinámica y moderna, donde habita el río Ebro, sin duda señalaríamos la Plaza del Pilar, que es como entrar en el salón de la casa. En ella conviven y brillan culturas diferentes, leyenda, tradición y La Basílica del Pilar, icono de Zaragoza.
Al entrar en El Pilar, el mayor templo barroco de España, mirando hacia arriba, como subiendo al cielo para luego bajar al suelo, descubrimos los frescos del sordo sublime Goya. Pinturas que de cerca no son más que “brochazos” y que la Junta de Obra no supo apreciar en su día, por lo que decidieron no dejarle seguir pintando aquellos techos. Pero lo majestuoso se ve desde abajo. Desaparece la brocha y aparece el genio, que tan bien dominaba la perspectiva, la luz, la profundidad, la composición.
En esta Basílica comparten espacio La Santa Capilla, con la imagen de la Virgen; el retablo de alabastro de Damián Forment, el Coro Mayor y los frescos que decoran las cúpulas, entre los que destacan los dos pintados por Goya.
Historia, leyenda y tradición. Y escuchamos a la guía mientras nos cuenta la caída de cuatro bombas la noche del 2 al 3 de agosto de 1934, sin saberse la procedencia exacta. Y ninguna explotó. ¿Milagro? ¿Mala calidad del armamento? ¿No se lanzaron desde la altura suficiente? Parece que la más “razonable” de las respuestas es que no se lanzaron desde la altura necesaria, por lo que no le dio tiempo a cargarse la espoleta, pero, ¿quién se atreve a descartar el milagro?
La Virgen luce mantos diferentes según el acontecimiento, salvo todos los días 2, porque según la tradición la Virgen vino a Zaragoza el 2 de enero del año 40. El 12, porque la dedicación del tempo fue un 12 de octubre y los días 20, porque la coronación canónica de la Virgen del Pilar fue un 20 de mayo.
Según la tradición, la columna de piedra que trajo la Virgen, a la que se le llama “El Pilar”, sigue hoy exactamente en el mismo sitio en que Ella lo dejó el mencionado día 2 de enero del año 40 para ayudar a Santiago, que estaba intentando convertir a los hispanos al Cristianismo. Por este espacio sagrado y venerado pasan miles y miles de personas inclinándose en señal de respeto y devoción.
A la salida, a escasos metros, se encuentra la Catedral de San Salvador, llamada “la Seo”, que se empezó a construir en el siglo XII, y el agua sonora de la moderna Fuente de la Hispanidad, que homenajea a América.
En nuestro paseo nos encontraremos con el Puente de Hierro, que luce los colores del Real Zaragoza por votación popular. Y así se van
combinando los dos mil años de historia con la transformación mandada por los tiempos, como la Exposición Internacional de Zaragoza, celebrada desde el 14 de junio al 14 de septiembre del 2008, que tuvo como eje temático “Agua y desarrollo sostenible”, cuyos pabellones se reconvirtieron después en Ciudad de la Justicia y en sus doce hectáreas de parque, algo que no pueden decir otras ciudades de acontecimientos magnos, que han dejado como esqueletos fantasmales su a veces carísima infraestructura.
Palacio de la Aljafería
Zaragoza es crisol de culturas. Floreció en época romana y también lo hizo durante su época islámica. Y esto se puede apreciar recorriendo despacio el palacio de La Aljafería, que es cima del arte hispanomusulmán, hoy sede de las Cortes de Aragón. Es decir, la Aljafería es la historia de Zaragoza y también de Aragón. Es un festival para los cinco sentidos, símbolo de libertad y convivencia de las diferentes culturas: judía, cristiana y musulmana.
Declarada monumento nacional de interés histórico-artístico en 1931, fue sede la Inquisición y cárcel. Ha ido siendo reformada, pero permitiéndonos diferenciar los restos originales de los reconstruidos, incluyendo rasgos de las tres religiones en los palacios islámico, cristiano medieval y palacio de los Reyes Católicos.
Este recinto, como tantos otros en España, fue cuartel de las tropas napoleónicas, y no se salvó de las salvajadas que aplicaron a los lugares que ocupaban, sobre todo cuando sintieron cerca su derrota. Dicen los historiadores que los franceses hicieron más daño en España durante su ocupación (1808-1813), que lo sufrido en toda su historia anterior.
Recorrer sus patios, admirar sus arcos mixtilíneos, siendo conscientes de que nos hallamos en este lugar, es sentir que nos fundimos con el rumor del agua, el aroma del azahar de los naranjos y los cuentos tradicionales de Las mil y una noches.
En el año 2001, la UNESCO declaró patrimonio de la humanidad el mudéjar de Aragón, destacando que el palacio de la Aljafería es uno de los monumentos más representativos y emblemáticos del arte mudéjar aragonés.
“Zaragoza, Zaragoza, no sabe lo que se pierde quien no la goza”, dice un refrán popular. Y se goza en sus calles, bares y paseando por el casco viejo, fundamentalmente en la zona delTubo, las plazas de Santa Marta, San Miguel y Santa Cruz, donde se combinan establecimientos tradicionales con numerosas propuestas llenas de imaginación en sus variadas especialidades gastronómicas.